Conocido como el “material del futuro”, el grafeno no deja de asombrar a la comunidad científica y tecnológica por sus increíbles propiedades e infinidad de aplicaciones potenciales. Es un alótropo del carbono, es decir una de las formas divergentes que procede de ese elemento químico, como lo son también el carbón o el diamante. Curiosamente su descubrimiento viene de la década de los años 30 del pasado siglo, pero se le prestó poca atención, dado que se pensaba que era un material inestable termodinámicamente. Solo tras los descubrimientos de los científicos Konstantin Novoselov y Andre Geim, cuando lo consiguieron aislar a temperatura ambiente, adoptó la importancia que tiene ahora. En 2010, estos investigadores de nacionalidad rusa recibieron el Premio Nobel de Física por sus trabajos con el grafeno. Añadido a otros compuestos, como materia prima principal o como componente de nuevos procesos de laboratorio y producción, este revolucionario material posibilitará, entre muchas otras cosas: fabricar filtros que separarán la sal del agua dos o tres más rápido que las desalinizadoras actuales, así como obtener combustibles que permitirán que los aviones alcancen mayores velocidades, optimizando el funcionamiento del motor y reduciendo el consumo y la contaminación ambiental. Además es cien veces más eficaz como conductor eléctrico que el silicio y más fuerte que el diamante. |